Un equipo de científicos del CONICET unió esfuerzos en un trabajo para mejorar la preservación de pulmones que son donados para trasplante. Lo lograron empleando células madre, lo que permitiría aumentar la cantidad de pulmones disponibles para salvar vidas. El trabajo fue publicado recientemente en la revista Stem Cells International y toma mayor relevancia en el contexto actual, dado que hace un año se aprobó una ley histórica en la Argentina que cambió el paradigma de la donación de órganos: la Ley 27447, popularmente conocida como “Ley Justina”, que estableció que toda persona mayor de edad es donante de órganos salvo que exprese lo contrario.
Según estadísticas del INCUCAI, se realizan en promedio unos cuarenta trasplantes pulmonares por año, un número insuficiente ya que en la actualidad hay más de 230 pacientes en lista de espera. De hecho, estadísticas internacionales demuestran que alrededor del 40% de los pacientes que necesitan un trasplante de pulmón no llegan a conseguirlo. ¿A qué se debe la escasez de pulmones? El problema es que deben cumplir con criterios de selección muy estrictos para poder ser trasplantados. El pulmón es un órgano muy delicado de conseguir porque es fácil de dañar durante el proceso de obtención y, por lo tanto, es muy difícil preservar su funcionalidad en niveles óptimos para implante. Por eso, solo el 8% de los pulmones donados en Argentina llegan a implantarse, mientras que en el resto del mundo esa cifra asciende al 20%.
Frente a este problema, los investigadores argentinos se propusieron aumentar la calidad de pulmones donantes. El trabajo fue desarrollado en el Laboratorio de Regulación Génica y Células Madre del Instituto de Medicina Traslacional, Trasplante y Bioingeniería (IMeTTyB, Universidad Favaloro-CONICET) que dirige el investigador del CONICET Gustavo Yannarelli, en colaboración con el grupo de Martin Marcos, de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y Alejandro Bertolotti, del Hospital Universitario Fundación Favaloro.
Este grupo de científicos sabía, por sus trabajos previos, que las células madre mesenquimales derivadas de cordón umbilical poseen propiedades antiinflamatorias e inmunosupresoras. Natalia Pacienza, científica del CONICET que encabeza esta línea de investigación, explica que “desde que se obtiene el órgano hasta que se implanta en el receptor pasan generalmente entre seis y ocho horas, tiempo en el cual el pulmón está en isquemia, es decir, no tiene circulación ni tampoco está ventilando. Esto produce un desbalance oxidativo en el órgano que deriva en infiltrado celular, edema y pobre intercambio gaseoso. Para contrarrestarlo, suministramos células madre mesenquimales al pulmón, que por sus propiedades antiinflamatorias, evitan esta cascada de eventos dañinos y maximizan la preservación del órgano”.
Para probarlo, los científicos trabajaron con un modelo animal que imita las diferentes etapas que atraviesan los órganos donados antes de ser implantados en el receptor: un período inicial de isquemia caliente (donde se administra la terapia celular), seguido de un período de isquemia fría y, finalmente, un período de perfusión pulmonar ex vivo con ventilación mecánica (que simularía, en cierto modo, el implante en el receptor). Los resultados les demostraron que el tratamiento de los pulmones con células madre disminuye de manera significativa la inflamación y el daño oxidativo. “Se demostró que la terapia celular, en etapas tempranas del proceso de procuración, protege a los pulmones donantes del daño isquémico y pone en evidencia su enorme potencial terapéutico en el área de preservación de órganos”, explica Yannarelli.
Yannarelli advierte que “aún no hemos estudiado qué sucede en ese órgano una vez que es implantado. Actualmente, estamos perfeccionando la técnica microquirúrgica para realizar en nuestro laboratorio el trasplante pulmonar en modelos animales. Nuestra ambición es poder aumentar el número de pulmones disponibles para trasplante”, concluye.
Fuentes: CONICET, La Nación, Infobae